El proyecto empezó en el 2015 como una idea que venía maquinando el artista bogotano Chucho Bedoya, luego de un largo viaje de dos años por Suramérica . “Cuando volví, llegué a vivir en una casa que iban a demoler, por un contacto familiar, y en esas casas tomé la decisión de hacer una expo que fuera solo de pintura. Participaron 75 artistas de diferentes orígenes, así nació ‘La Vamo’ a Tumbá”.
La iniciativa ya ha pasado por cuatro casas en Rosales, Galerías, La Macarena y la calle 85. Todas contaron con una temática relacionada con la ubicación e historia de cada edificación para definir las obras que se plasmarían en cada rincón. Cada una ha sido también parte de una evolución artística y curatorial, puesto que pasaron de ser lugares para pintura exclusivamente a volverse centros culturales con exposiciones de graffiti, instalación, escultura, teatro, conciertos y más actividades.
Por un lado, el proyecto les da utilidad a través del arte a grandes espacios que están a punto de demoler en la ciudad, y por otro, cada muro, puerta o esquina es el lienzo en blanco para que artistas de todas las corrientes puedan exhibir su talento sin las condiciones ni demandas de una galería de arte comercial:
“Los artistas son gente que normalmente no ha podido exponer con facilidad en el circuito del arte en Bogotá. Yo creo que el arte ya hace parte de una rosca muy cerrada y unas dinámicas de mercado muy fuertes, en las cuales si tu no conoces al galerista en un evento y no están dispuestos a pagar las comisiones, no expones. Como casi nunca se vende nada, simplemente es una experiencia artística, no hay ese intercambio, esa actitud transaccional”, explica Gabriel Ortiz, uno de los productores de “La Vamo’ a Tumbá”.
No solo se trata de darle casa al arte que no suele llegar a las suntuosas galerías, “La Vamo’ a Tumbá también pretende descentralizar el arte y sacarlo de los típicos barrios asociados con el círculo y el mercado cultural y, de esta manera, construir un nuevo público del arte con su vecindad según la casa.
“Tres de las cuatro casas han sido en sectores que no son históricamente artísticos: La primera fue en Rosales, que es un sector muy residencial, sabiendo que a la gente de esa zona no le interesa mucho el graffiti, pero de repente llegan un montón de artistas a esta zona y también se generan unas dinámicas en las que los vecinos se preguntan “¿quiénes son estos?” “¿qué está pasando?”. Nuestras casas siempre han estado abiertas al público por eso también”, añadió Ortiz.
De la experiencia del público se desprende un tercer objetivo de La Vamo’ a Tumbá: invitar a los bogotanos a revisitar los lugares olvidados, ayudarlos a hacer memoria de la ciudad. De acuerdo con Ortiz, esto fue algo de lo que más le atrajo del proyecto: la forma en que con cultura se desafía la lógica de tumbar para construir complejos sin pensar en el valor histórico de estos lugares.
Ahora, el proyecto no rescata a las casas de su destino de quedar por el piso y volverse escombros. De hecho, para artistas, como Nice Naranja, la promesa de que el espacio será efímero es parte del atractivo diferencial de La Vamo’ a Tumbá:
“Es más lindo todavía saber que va a desaparecer, porque cuando te piden algo como un trabajo, una comisión, te exigen cosas, es un trabajo que tienes que hacer, pero cuando tienes un espacio libre puedes hacer lo que quieras. Esa libertad es lo que hace que sea mágico”.
Los artistas reciben paredes en blanco, los asistentes no pagan por ingresar, incluso el proyecto ha hecho parte del Bogotá Graffiti Tour. Todo gracias a la autogestión de sus promotores, que esperan convertirlo en un espacio para que los artistas vendan sus obras o serigrafías, y sumar cada vez más actividades a la lista para darle continuidad.
Estas son las imágenes de la evolución que ha tenido este proyecto en su recorrido por la ciudad:
La Vamo’ a Tumbá’
La Vamo’ a Tumbá’
Esta casa ubicada en el barrio Rosales sirvió de piloto para la iniciativa, por lo que la temática era libre. Se trataba de demostrar que en un barrio residencial que no es el típico escenario para la movida del graffiti (fue la primera manifestación artística que se tomó la casa), esta forma de arte podía encontrar un hogar.
La Vamo’ a Tumbá’: Tsunami
Ubicada en el barrio Galerías, esta edición se tomó el que una vez fue el primer restaurante chino en Bogotá, de ahí el nombre y la temática de las obras en esa ocasión. 120 artistas participaron en esta exposición y recibieron cerca de 2.000 personas el día de la inauguración.
Esta casa aún se encuentra ubicada en el barrio la Macarena. El propósito artístico de esta casa es reafirmar la presencia del proyecto como parte de la contracultura bogotana. Han participado 50 artistas en ella.
La Vamo’ a Tumbá’: Réquiem
Esta casa ubicada sobre la calle 85 tenía como tema la muerte y participaron 102 artistas. La intención de esta exposición era como “ponerle la mejor pinta al muerto”.